domingo, 3 de julio de 2016

Aceleramos en amarillo y no frenamos en rojo. Se viene la ‘fotomulta’



“No es que yo quiera pasarme una luz roja o amarilla. Es que ya es costumbre. Todo el mundo lo hace y uno repite nomás”, comenta Gerardo, un cuarentón que se dedica a ‘tachear’ desde hace tres años. Omar tiene veintitantos y es taxista desde hace dos. “Yo lo hago por jugar. Siento que pasar en amarillo es como ganar vidas. Como ese jueguito de Mario. Una luz amarilla, una vida”, dice Omar. “¿Y si esa vida en realidad es una muerte, Omar?”. “Ni lo diga, maestro. Ojalá eso no pase”.

Pero pasa. Los 55 policías que salen cada día a controlar el tráfico en Santa Cruz de la Sierra, y algunos más que salen a apoyarlos por las tardes, registran en promedio más de un millar de infracciones. En lo que va del año, 75 personas en colisiones de diferente tipo.

En un día como el pasado martes, por ejemplo, el trabajo fue intenso. Aunque solo dos personas recibieron una boleta por pasarse una luz roja, hubo 114 que tendrán que pagar una multa por hablar por celular, 240 por no usar cinturón y 57 motociclistas fueron notificados por no usar casco.

¿Por qué solo dos personas recibieron esa boleta por pasar una luz roja, si es una infracción que ocurre a cada instante? Porque no debe haber policías en cada semáforo. Y además, son pocos. “La tecnología ha sido pensada para reemplazar el trabajo del hombre”, resume el coronel Alfonso Siles. Como subdirector de Tránsito recibe, cada día, a las 18:00, un informe de las boletas que entregaron los policías en la calle. Así planifica a qué lugares de la ciudad destinará más policías.

Los puntos de conflicto
La Ramada, Feria Barrio Lindo, ex Terminal, Siete Calles, Plaza 24 de Septiembre, Bimodal. Por donde haya mercados, líneas de transporte público y aglomeraciones ocurren los accidentes.

La infracción más frecuente consiste en estacionarse en lugares prohibidos. De las más de 2.000 boletas emitidas el día martes, 771 corresponden a personas que estacionaron en doble fila, en lugares prohibidos del casco viejo o en bocacalles, sobre la franja peatonal.

Las multas
El coronel Siles no quiere hablar de las multas. “Es que son muy bajas”, comenta. El antiguo Código de Tránsito, que data de 1973, no dice nada de frenar en luz amarilla, pero sí de quien se estacione o se detenga en la franja peatonal. El ciudadano que bloquee el paso a otros tiene que pagar la ‘infartante’ suma de 20 bolivianos. Si pasa una luz roja, 50 bolivianos.

La multa es irrisoria. Si se quintuplicara, quizá los conductores evitarían pisar la franja peatonal o pasar una luz roja. Pero ahí se vuelve al problema inicial: ¿Cómo hacer para registrar al infractor y cobrarle?

Un sistema ya probado
Damián Groppa vivió en Santa Cruz y ahora vive en Vitoria (España). Allá no cobran multa por pasar una luz amarilla, sino por no respetar la luz roja. El conductor tiene que pagar 200 euros y se le retiran cuatro puntos del carné para conducir.

“Hace poco hubo una campaña con policías vestidos de paisano. Si no parabas el auto cuando el peatón ya estaba a menos de dos metros del borde de la acera, había multa”, cuenta. El sistema, probado en varios países, se usa al menos desde la década de los 90. Consiste en un sensor y una cámara que detecta la infracción y registra la placa del vehículo.

Actualmente hay cámaras en las calles, pero, como explica Billy Vaca, funcionario municipal y director de Tráfico y Transporte, son controladas por la Gobernación para mejorar la seguridad ciudadana. Señala un detalle interesante: ahora, Tráfico y Transporte dependen de la Dirección de Seguridad Ciudadana, ya no de Obras Públicas.

Hay un centenar de semáforos monitoreados por la Policía que ayudan a evitar hechos delictivos “y, a veces, ayudan a aclarar algunos hechos de tránsito”, comenta Siles. Pero no existen registros de autos que pasan luces rojas. “Eso es competencia de la Alcaldía”, afirma.

La Dirección de Semaforización y Señalización quiere usar un sistema que detecte infractores. El Concejo analizará, según el director Rolando Ribera, la viabilidad legal y administrativa para que la fotomulta tenga validez legal.

“Con esa prueba, el infractor tiene que pagar. La foto es irrefutable”. Ribera dice que el sistema funcionará este año

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